La masía, vivienda típica de la Cataluña rural desde hace 8 siglos, está viviendo un resurgir en el mercado inmobiliario. Factores sociales y económicos llevaron a su decaimiento en la época de la revolución industrial, y son de la misma naturaleza los motivos que hacen de ella un objetivo codiciado hoy en día. Te contamos el porqué y el cómo del éxito actual de la masía catalana.
El ayer
Esta vivienda, sostenible y muchas veces sustentable también, debido a la tradición catalana del heredero único de las tierras era una gran estructura. Como vivienda, acogía familias muy extensas. Como explotación agropecuaria, estaba dotada de pajares, bodegas, cuadras, graneros, arbolados, eras y campos. Como unidad autosuficiente, disponía de pozos, hornos, lagares y talleres. Las ubicadas en zonas fronterizas o de riesgo de pillaje contaban con torres de defensa.
La coyuntura económica del siglo XIX lleva al abandono de tierras y cultivos, y la masía decae. Pero más adelante la reurbanización de zonas rurales con ciudades dormitorios, zonas industriales y segundas residencias hace que los terrenos de las masías sean codiciados, y su venta muchas veces enriquece en gran manera a su propietario. En la mayoría de estas operaciones el edificio de la masía queda al margen, permaneciendo abandonado, en desuso o en ruinas.
El hoy
Pero la belleza y calidad de estas edificaciones ha llamado la atención del público de nuevo.
Sus grandes dimensiones (tanto del interior como de la zona verde exterior) han hecho de ellas atractivos edificios para eventos y para la hostelería. Así las podemos ver convertidas en hoteles, restaurantes, casas rurales, de colonias, incluso fragmentadas en apartamentos turísticos. Muchas de ellas están en alquiler, especializadas en eventos sociales, como bodas, celebraciones o convenciones de empresa. También son sede de organizaciones sociales: vecinales, culturales, incluso religiosas o deportivas.
El auge de la rehabilitación de viviendas y el nuevo aprecio por la vida en el entorno rural han atraído a la masía a gente de alto nivel económico, que de la mano de arquitectos e interioristas han hecho verdaderas maravillas, y le han dado un lugar privilegiado en el mercado inmobiliario rural.
La rehabilitación
Para su rehabilitación, la estructura de la masía aporta amplios espacios polivalentes y materiales de calidad. Se parte de un estilo siempre sobrio, que puede incorporar características góticas o modernistas. La decoración final admite muchos estilos, y podemos ver tanto una masía rústica como mediterránea o minimalista, todas ellas rodeadas de amplios jardines que arropan la construcción y la dotan de intimidad.
El gran trabajo de la reforma, además de los problemas de la estructura si los tuviere, reside en generar modernas instalaciones (electricidad, fontanería, saneamiento y climatización), y en la redistribución de los espacios.
Al rehabilitar una masía se suele respetar la decoración catalana, y resaltar los habituales porches con arcadas y jácenas, puertas y ventanas también coronadas con arcos, techos muy altos con vigas vistas, y sótanos abovedados con la típica “bóveda catalana”, que Gaudí incorporó a tantos de sus diseños.
Se aprovechan los materiales, que son resistentes y nobles: piedra para los grandes muros, carpinterías de roble o pino y techos de teja o pizarra. En tabiques y bóvedas, además de la piedra abunda el ladrillo manual, y en los suelos nuevamente hallamos piedra, pizarra y roble, a la vez que cerámica, “tova de Sant Genís” y “cairó” (autóctonos y artesanales).
A veces se utiliza para la decoración útiles y mobiliario encontrado en la propia casa, o en brocantes y mercadillos de la zona. Como puedes apreciar en las fotos de masías que ilustran este artículo, tanto exteriores como interiores resultan muy atractivos.
Si estás pensando restaurar una masía en Figueres como casa rural, o comprar para tus vacaciones de esquí una masía en Lleida, no lo dudes, seguro que te encantará.
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