En Europa hay más de 11 millones de viviendas vacías, un ranking que lidera España con aproximadamente 3,4 millones de pisos y casas que no están habitadas por nadie. Parece una broma de mal gusto cuando comparamos este dato con el de las ejecuciones hipotecarias: más de 400.000 desde el inicio de la crisis. ¿Se puede permitir Europa este lujo? Reflexionamos sobre esta cuestión en api.cat.
Según el artículo 47 de la Constitución Española:
“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.”
Pero como bien dice el refrán… “Del dicho al hecho, hay un trecho” y es que el boom inmobiliario que los distintos gobiernos no supieron gestionar trajo consigo un exceso de construcción, que no se ajustaba las necesidades reales y que ha provocado que el 13’7% de nuestro parqué inmobiliario esté vacío, mientras que muchas familias son desahuciadas de sus hogares por no poder pagar la hipoteca.
Concretamente, desde el censo de población del INE del año 2011, y según un estudio a nivel europeo realizado por el periódico británico ‘The Guardian’, el número de viviendas vacías en España se ha incrementado un 10,8% hasta alcanzar los 3.443.365. Cifras que sitúan a España en el puesto nº1 de países de la Unión Europea con el mayor número de más viviendas vacías, seguido de Italia, Francia, Alemania y Reino Unido.
Una quinta parte de las viviendas vacías, el 21,4%, se ubican en edificios construidos en los últimos diez años, lo que demuestra que muchas de estas viviendas son, en realidad, segundas residencias y viviendas vacacionales que se compraron durante el boom inmobiliario español como fondos de inversión y para especular. Andalucía (637.221), Valencia (505.029) y Cataluña (448.356) agrupan casi la mitad del total de viviendas sin ocupar en el país.
Como señala en un artículo académico Julio Vinuesa, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, tener viviendas vacías acarrea consecuencias muy negativas: primero, desde el punto de vista económico, porque hay un gran patrimonio de valor sin aprovechamiento; segundo, desde una perspectiva social, porque se produce un uso inadecuado de la propiedad al no respetarse su función social cuando las viviendas vacías están ubicadas en zonas donde la necesidad de vivienda es mayor. En definitiva, el exceso de casas deshabitadas da lugar a un funcionamiento ineficiente del espacio urbano y un desequilibrio entre la necesidad y la disponibilidad de vivienda digna y adecuada, que es un derecho constitucional.
Uno de los principales errores ha sido considerar la construcción como síntoma evidente de dinamismo económico, más allá de analizar si ese exceso de construcción era realmente necesario y si a largo plazo no era peor el remedio que la enfermedad.
A pesar de todo, cabe recordar que cerca del 85% de los hogares españoles son propietarios de vivienda, y que eso también ha reportado algunos beneficios sociales como, por ejemplo, que muchas familias han incrementado su riqueza patrimonial y asegurado su situación financiera con una inversión que no suele perder valor.
Ante este panorama algunas comunidades autónomas como Cataluña han impulsado leyes para gravar con impuestos a las entidades financieras que haga más de dos años que tengan viviendas vacías y estén situadas en las poblaciones con más demanda acreditada, como Barcelona.
Esta es una solución parcial aunque muchos expertos señalan que lo óptimo debería pasar por fomentar el alquiler social como alternativa a la propiedad.
Foto: INE