Quieres alquilar tu piso, pero te asalta una gran duda… ¿cómo puedo encontrar un inquilino de confianza? No tengas miedo. Aunque los medios de comunicación abundan en noticias sobre morosidad, la alarma está injustificada. Si bien es cierto que con la crisis los datos de morosidad han aumentado, menos del 5% de inquilinos dan problemas de impago o devoluciones de recibos y, entre estos, menos del 1% terminan en demanda de deshaucio, según el colectivo de Colegios y Asociación de Agentes Inmobiliarios API.
Aún así, es probable que pienses, ¿y si tengo la mala suerte de caer en ese 5%? No te preocupes. Es muy simple. Deja que un profesional experimentado te ayuda a encontrar el inquilino perfecto para tu casa en alquiler en Castelldefels o tu piso en alquiler en Barcelona. Un agente inmobiliario profesional y que trabaje con rigurosidad será capaz de identificar si el cliente que está interesado en alquiler tu inmueble es de confianza o es un potencial inquilino moroso.
Eva Rosales hace 17 años que trabaja en Fincas Turó, en Barcelona, y confiesa que “en todo este tiempo puedo contar con los dedos de una mano los casos de deshaucio que he presenciado”. En algunas ocasiones, sí que tropieza con inquilinos que “devuelven recibos y que no pagan sistemáticamente”, lo que obliga a realizar un seguimiento muy de cerca.
Para evitar que esto ocurra y detectar al futuro “inquilino moroso”, basta con realizar un proceso de selección muy cuidadoso y sobre todo “con tener mucha psicología para captar el perfil del inquilino”. ¿Cómo se puede garantizar que un inquilino es de confianza? Es muy importante solicitar documentación que acredite la solvencia del inquilino y “realizar las averiguaciones oportunas para que el propietario pueda tener un mínimo de seguridad en el alquiler de su vivienda”, asegura Eva. En Api.cat te explicamos la documentación que se solicita habitualmente al inquilino:
- Contrato de trabajo y nóminas (o declaración de la renta, en el caso de que sea autónomo). En algunos casos, se solicitan las últimas nóminas (generalmente dos) para poder garantizar una estabilidad económica. Este simple documento aporta una información muy valiosa: antigüedad en la empresa, si es fijo o temporal, lo que cobra y lo que le retienen (este último dato importante para saber cómo le afectará la declaración de la renta), etc.
- Certificado bancario de solvencia. Se trata de un documento muy genérico emitido por el banco habitual del inquilino y que sirve para saber si está al corriente de pagos y tiene solvencia económica.
- Información del administrador de la finca en la que vive actualmente. En muchas ocasiones, el agente se pone en contacto con el administrador de la finca en la que vive actualmente el inquilino para recabar información.
- Carta de referencia del propietario de su vivienda actual. Si el potencial inquilino no tiene nada que esconder, no tendrá ningún reparo en solicitar una carta de referencia a su casero actual.
- Último recibo de alquiler de la vivienda en la que vive actualmente. Resultará de especial importancia contar con un documento que nos garantice que el inquilino está al corriente de pago.
En algunos casos puntuales, las precauciones se extreman. “A veces nos encontramos con inquilinos con ahorros pero sin trabajo y además sin referencias, por lo que se puede llegar a solicitar un aval por el importe de 4 o 6 meses de alquiler“, explica Eva.
Pero a pesar de que acumulemos toda la documentación posible que acredite su fiabilidad, detectar al ‘inquilino problemático’ no es una ciencia exacta, ni mucho menos. Por eso, lo más importante es la entrevista personal y el trato. Y aquí entra en juego la pericia del profesional que hayas contratado.
Si colaboras con el agente inmobiliario adecuado, este sabrá realizar las preguntas idóneas para averiguar datos que puedan pasar inadvertidos. Saber si tiene cargas familiares, si puede garantizar con alguna propiedad el pago de las cuotas, cuál es la actitud que muestra al hacer la visita al piso… En definitiva, se trata de ‘ver’ lo que no se puede ver con los ojos. “Los API tienen que ser un poco psicólogos”, asegura Eva