Vender una finca rústica y un piso se parecen tanto como vender un coche de lujo y un utilitario. O sea, nada. Los dos tienen cuatro ruedas, pero más allá de las evidentes coincidencias, los compradores y vendedores de estos productos son radicalmente diferentes.
Seguramente por eso, los agentes inmobiliarios que se dedican exclusivamente a la comercialización de fincas rústicas son minoría. Pero aunque son rara avis en la profesión, haberlos, haylos.
Pere Barniol hace más de 20 años que se dedica a la valoración de fincas rústicas y urbanas (suelo no urbanizable, por definición) ya sea a efectos hipotecarios, de compraventa, de expropiaciones o de herencias, por ejemplo. Y desde que se convirtió en API hace diez años también realiza compraventas de este tipo de inmueble.
Sus conocimientos como ingeniero técnico agrícola y la experiencia adquirida tras su paso por una empresa del sector forestal, hacían que la opción de dedicarse a la finca rústica pareciera la más natural. De lo contrario, probablemente nunca se lo hubiera planteado.
Aunque los canales de venta para la comercialización de fincas rústicas coinciden con los de cualquier otro inmueble (desde los ya casi extintos anuncios en prensa hasta los anuncios en portales inmobiliarios), la “variabilidad y la dispersión de tipología de fincas rústicas es inmenso”, reconoce Pere.
Por esta razón, si eres agente inmobiliario y estás pensando en añadir a tu cartera alguna finca rústica, en Api.cat te desentrañamos los secretos de este sector para que tu aterrizaje sea exitoso:
1. Aprende a identificar correctamente lo que quiere el cliente. ¿Masía o casa rural?¿finca de cultivo, forestal o agroforestal?¿masía para rehabilitar? ¿en qué zona? Asegúrate de que estás en el camino correcto antes de iniciar la búsqueda.
2. Ojo con los costes de comercialización. La comercialización de una finca rústica tiene unos gastos de gestión bastante más elevados de los que pueda tener un piso o una casa. “Aparte de los desplazamientos, muchas veces el acceso a las fincas se debe hacer en vehículo todoterreno, hay que realizar planos de las fincas, etc”, explica Pere.
3. Asegúrate de identificar adecuadamente la finca. Piensa que en ocasiones el propietario sólo aporta una escritura donde la definición de los linderos es muy superficial. En estos casos, se puede usar el catastro, pero en éste a veces hay errores importantes. “Es muy habitual encontrar fincas donde la descripción registral nos habla de una superficie determinada y la real es mayor, en un porcentaje bastante elevado”, advierte Pere.
4. Comprueba la existencia de servicios básicos como agua y electricidad.
5. Ten siempre a mano la normativa urbanística aplicable. “A veces, se puede comprar una finca con unas ruinas pensando que se pueden rehabilitar, pero no necesariamente tiene que ser así”.
6. Averigua si existen arrendamientos (o posibles servitudes) y estudia bien la legislación básica sobre los mismos. ¡Recuerda que la normativa es muy diferente a la de los arrendamientos urbanos!
Con la crisis inmobiliaria,también se ha producido una disminución importante del número de operaciones de compraventa de fincas rústicas y existe más oferta disponible. “Actualmente, mucha gente que tenía una vivienda de primera residencia y una finca con una casa como segunda residencia ha optado por la venta de la finca rústica al reducírsele los ingresos”, argumenta Pere.
También la demanda ha bajado (“aunque esto se nota menos en la zona de Girona y los buenos terrenos agrícolas de Lleida”), como lo han hecho los precios, donde son habituales las rebajas de entre un 35% y un 45 % respecto a los precios de venta de 2007.
Y a todo esto, ¿el perfil del comprador ha cambiado con la crisis? “Mayoritariamente no”, explica Pere, “pero sí se encuentran compradores diferentes que lo que buscan no es necesariamente fincas con masía sino tierras para hacer cultivos o productos ecológicos, o incluso para dedicarse a la trufa”.
En todo caso, está claro que el comprador de finca rústica, a diferencia de aquel que busca una casa en Mataró o un piso en Cerdanyola, busca tranquilidad y calma por encima de todo. Algunos buscan una casa para rehabilitar y aislada en medio del bosque; otros, quizás, una casa ya terminada y bien ubicada. Partiendo de esta premisa básica, podemos encontrar diferentes tipos de compradores:
Los que buscan masía
– Personas con capacidad económica que buscan una segunda residencia
– Otros que quieren dejar la ciudad para vivir en el campo, aunque luego trabajen en la ciudad
– Personas con menor capacidad económica que buscan masías o ruinas para rehabilitar poco a poco
Los que buscan fincas de cultivos
– Empresas y profesionales del sector, ya sea del sector agrícola, ganadero, de la fruta, etc.
– Extranjeros a los que les gusta el clima y la naturaleza .
Ahora que ya sabes lo imprescindible para iniciarte en el mundo de las fincas rústicas, ya no te parece tan complicado, ¿verdad?