En las series de televisión “Aquí no hay quien viva” y “La que se avecina”, los protagonistas no tienen otro objetivo que ser presidente de su comunidad de vecinos. Pero la realidad suele ser muy distinta: trabajo no remunerado, llamadas a horas intempestivas, problemas, gestiones, discusiones… La responsabilidad del presidente de una comunidad no es abrumadora, pero sí pueden serlo las ocupaciones derivadas del cargo. Si te toca y quieres renunciar, te contamos cómo y cuándo hacerlo.
Las comunidades de vecinos tienen establecidos tres sistemas para adjudicar la presidencia a un propietario: la votación, el sorteo, o el riguroso turno. Pongámonos en el caso de que la comunidad de tu piso de Calafell celebra una reunión, y en ella te nombran presidente de alguna de esas maneras.
Vaya por Dios, no te apetece nada, nada. Puede ser por muchos motivos: porque tienes el piso alquilado, cerrado, no resides en la finca y te da pereza desplazarte continuamente porque vives lejos, incluso en otra provincia. ¿O quizá estás jubilado y ya no quieres calentarte la cabeza con problemas extra? También la falta de salud puede quitarte las ganas. O simplemente ya lo fuiste y acabaste más que harto.
Algunas funciones del presidente de una comunidad de vecinos se pueden delegar, como las de gestión, sobre todo si hay vicepresidente, pero tanto las de representación como las obligaciones serán tuyas por entero. No intentes traspasar el nombramiento al inquilino, o a tu hijo mayor que aún vive contigo. No cuela, la Ley de Propiedad Horizontal (LPH) lo prohíbe. Si le ha tocado a tu piso, es obligatorio ser presidente de la comunidad de vecinos para el propietario de la vivienda, durante el plazo de un año. Aunque estés en situación de morosidad con la comunidad, tampoco te libras.
Entonces, si no quieres asumir el cargo pero es ineludible ¿qué puedes hacer? Pues tienes dos posibilidades: la vía amistosa y la judicial.
La amistosa consiste en solicitarlo a la propia comunidad, explicando tus motivos. Echa mano de todo tu carisma. Tienes a tu favor que a la comunidad no le interesa tener en el cargo alguien que no quiera ejercerlo. Si lo aceptan, volverán a votar, sortear o correr turno, y le tocará a otro. Se hará constar en un acta, y listos. Ufff, qué alivio. Es simple, sencillo y rápido.
Sólo hay un problema: suelen denegarlo, porque se pide demasiado a menudo. Sobre todo en las comunidades de apartamentos de vacaciones donde nadie vive todo el año, en aquellas fincas donde la mayoría de los pisos son alquilados, en edificios antiguos del centro cuyos propietarios son de avanzada edad, o en las que hay vecinos conflictivos y/o divergencia de intereses, por lo que históricamente ser presidente allí ha sido “un palo”.
Pero no está todo perdido: según la LPH tienes un mes desde tu nombramiento para instar la vía judicial, el llamado Procedimiento de Equidad. Tendrás que presentar tu alegato indicando los motivos, la documentación que los justifique (certificado médico o de empadronamiento, etc.), el acta de tu nombramiento, y una lista de todos los propietarios de la comunidad. Será entonces el juez quien, en un plazo máximo de 20 días desde tu solicitud, sancione el tema.
Si te exonera, designará un presidente interino, y ordenará cómo y cuándo convocar una junta de propietarios extraordinaria donde se nombrará a un nuevo vecino. En caso de fallar en tu contra deberás ejercer el cargo hasta el fin del período, es decir, un año. ¡Ojo con las costas! Es potestad del juez determinar si van a cargo de la comunidad o si deben salir de tu bolsillo. Debes valorar este riesgo. Y también que los tribunales suelen fallar teniendo en cuenta el principio de igualdad entre vecinos, por lo que el mero hecho de la edad o la distinta residencia puede no ser una razón válida.
En cualquier caso ten presente que desde que te nombran hasta que la comunidad acepta tu alegato o el juez falla en tu favor, eres el presidente en vigor, y de no actuar como tal podrías incurrir en responsabilidades.
Hay quien ha optado por una tercera vía: ser expulsado por hacerlo mal o no hacer nada, pero eso no es ético, práctico ni seguro, y sí muy arriesgado puesto que podrían serle exigidas responsabilidades. Así que si acabas en el cargo, lo mejor es que trates de ser el mejor presidente de la historia de tu finca de Badalona. ¡Seguro que lo consigues!
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