Cuando te decides a comprar una propiedad, una de las cuestiones más importantes que debes atender es el tipo de hipoteca que vas a solicitar. Esta decisión va a marcar definitivamente el estado de tu economía en los próximos años, condicionando no solo tu estilo de vida sino también el nivel de preocupación que este pago te puede generar. Por este motivo, lo más sensato es pararse y valorar exhaustivamente las ventajas y desventajas asociadas a cada una de las modalidades que puedes encontrar.
Hipotecas a tipo fijo. La característica que más puede atraer de este tipo de créditos, es que las cuotas a abonar van a tener la misma cuantía hasta la terminación del mismo. Esto implica que podrás prever los gastos fijos mensuales que vas a tener que afrontar. No obstante, debes saber que los intereses que vas a tener que abonar son más altos y los plazos de amortización más bajos, siendo lo habitual que no superen los 15 años.
Hipotecas a tipo variable. El aspecto más positivo que podemos encontrarles es que el plazo de amortización es mucho más elevado, llegando a pagarse el crédito hasta en 40 años. Así mismo, las comisiones que deberás abonar serán más bajas. El principal aspecto negativo es que en el caso de que en la revisión anual que se realiza haya subido el tipo de interés, la cuota a abonar durante ese año también se incrementará. Por tanto, generan más incertidumbre porque dependerá de las oscilaciones que presente el Euribor.
Hipotecas 100%. Aunque este tipo de productos habían desaparecido en los años de la crisis económica, vuelven a emerger de manera progresiva. El principal atractivo que tienen es que la entidad bancaria te concederá un préstamo por el valor total de la vivienda. No obstante, no debes dejarte impresionar por este factor, dado que debes pagar los gastos asociados a la constitución de la hipoteca. Al asumir un riesgo mayor, el interés que se le aplica será más alto. Además, suelen concederse por la compra de propiedades que posee la propia entidad.