El ahorro de energía eléctrica es un elemento fundamental para el aprovechamiento de los recursos energéticos; ahorrar equivale a disminuir el consumo de combustibles en la generación de electricidad, evitando la emisión de gases contaminantes hacia la atmósfera.
Los múltiples beneficios de aplicar el ahorro energético, como la preservación del medioambiente, la creación de empleo, la influencia en futuras generaciones, la competitividad energética del país, o el ahorro económico en los gastos del hogar, representan un punto de reflexión para todas las personas que quieran contribuir a cuidar el entorno.
Por eso es importante conocer las claves que te ayudarán a mejorar tu consumo de energía en el hogar:
1. Paneles solares
Para poder utilizar la energía solar, lo primero que necesitas instalar en tu hogar es un sistema de celdas solares fotovoltaicas en el techo de tu casa, que capte directamente los rayos del sol y los convierta en energía eléctrica.
Uno de los principales beneficios de la utilización de paneles solares es que el sol es una fuente de energía natural, con lo que no tienes que pagar ninguna cuota para el aprovechamiento de su energía. Además, los paneles solares son fáciles de instalar, no requieren de ningún tipo de cableado pesado y tienen un mantenimiento mínimo: aunque la inversión inicial puede ser algo elevada, al final el coste se reflejará en tu recibo de luz.
Gracias al avance continuo de las energías alternativas, los paneles solares son cada vez más accesibles para el público general, lo que incrementará la tendencia del uso de energías renovables para los próximos años.
Los beneficios de la utilización de paneles solares para el hogar son superiores a las desventajas que pueden causar; en un futuro serán la principal fuente de energía.
2. Aislamiento del hogar
Muchos hogares suelen tener inconvenientes con la estabilidad de la temperatura, lo que provoca o mucho calor en verano, o mucho frío en invierno. Esto sucede porque el aislamiento térmico de la vivienda no es el adecuado. Según los expertos, las viviendas deberían estar diseñadas para mantener una temperatura interior de 20º centígrados aproximadamente, lo que crea un clima confortable sin un consumo elevado de energía. Pero la realidad es distinta: muchas viviendas o bien no tienen aislamiento, o el que tienen no es el adecuado. ¿Cómo se puede arreglar?
Paredes dobles
Las paredes son de las primeras partes que deben aislarse en una vivienda. Lo más práctico es construir paredes con doble fila de revestimiento (madera, bloques, etc.), entre las que se deja una cámara de aire donde se instala el material aislante, que puede ser de tipo ecológico o industrial. Este aislante debe tener un mínimo de cinco centímetros de grosor y debería aumentarse a medida que el clima en el que se ubica la vivienda sea más extremo.
Puertas y ventanas
En cuanto a las puertas es conveniente evitar que pierdan o ganen temperatura por los lados. En el mercado podemos encontrar aislantes que se colocan en la parte inferior de la puerta para conseguir un buen aislamiento térmico e impedir la entrada de polvo a nuestra vivienda.
Respecto a las ventanas, es recomendable utilizar ventanas eficientes, es decir, con doble acristalamiento y con cámara de aire interior completamente hermética. También puede ser muy interesante utilizar ventanas con cristales de baja emisión, ya que estos propagan muy poca temperatura. Hay que asegurarse de que el material con el que están fabricadas (normalmente PVC, madera y aluminio) tenga rotura de puente térmico.
Suelo y techo
Por el suelo y el techo de nuestra vivienda también se producen pérdidas de calor, aunque no somos tan conscientes de ellas como con las de las puertas y ventanas.
Una buena opción es instalar suelos de madera, como los parquets de bambú; se recomienda que sean de unos 8mm de grosor. El material aislante tiene que ser de 5cm como mínimo, más 2mm de aislante acústico. Si el suelo es cerámico, es mejor que el aislante sea rígido.
El techo, por su parte, debe tener un aislamiento térmico superior (entre 8 y 18cm según la zona donde esté situada la vivienda). También es necesaria una capa de aislamiento acústico, un sistema de ventilación apropiado y la instalación de un lámina anti vapor para evitar la condensación.
3. Potencia contratada
Reducir la potencia eléctrica contratada es el primer paso para ahorrar en tu factura eléctrica. La potencia se mide en kw (se tiene contratado un tramo concreto) y es la parte fija de la factura de electricidad; con lo cual, si puedes permitirte reducirla, tendrás una parte del ahorro asegurada todos los meses consumas lo que consumas.
Tras la aprobación del RDL 15/2018 el pasado 18 de octubre de 2018, ya es posible instalar o modificar (subir o bajar potencia) cualquier tramo de potencia contratada que sea múltiplo de 0,1 kw, siempre que no supere la máxima admisible estipulada en el boletín eléctrico. Además, si quieres activar la discriminación horaria o si te cambian el contador por uno de los nuevos digitales, nadie te obligará a normalizar tu potencia en caso de que tengas un tramo antiguo.
4. Iluminación LED
Cuando queremos sustituir nuestras bombillas por unas de LED, suele ser por una razón de ahorro energético. Y es cierto, suponen un ahorro de energía pero también aportan otra serie de ventajas como el hecho de que, al ser una fuente de calor menor, proporcionan una luz uniforme y con posibilidad de regularse, así como la opción de los tonos y tipos de color.
El ahorro que genera una bombilla LED con respecto a otras depende de los vatios que consume, pero también de los gastos de mantenimiento. El precio de una bombilla LED puede variar entre los 10 y los 60 euros según el modelo. Si por ejemplo, haces un cálculo medio y establecemos que cada bombilla LED cuesta 20€, cambiar 10 bombillas de casa por bombillas LED te supondrá un desembolso de 200 euros (prácticamente el ahorro que haríamos en un año). Pero si sumamos al ahorro energético el gasto que supone cambiar de bombillas tras su vida útil, el ahorro irá aumentando (esas mismas diez bombillas de tipo bajo consumo nos costarían 60 euros). Es una inversión a largo plazo.
¿Quieres saber cuánto puedes ahorrar con las bombillas LED? Calcula aquí tu ahorro: http://www.bombillasled.net/content/11-calculadora-de-ahorro
5. Cortinas y alfombras
Tanto el frío como el calor se transmiten a través de ventanas y suelos. Durante el invierno, utilizar cortinas y alfombras para eliminar los puntos fríos puede suponer un ahorro energético de hasta un 25% en la factura de la calefacción.
Las cortinas son un buen aislante en fechas de frío. En combinación con un el cristal de la ventana son uno de los puntos clave para evitar pasar frío en invierno. Te recomendamos que abras las cortinas durante el día para dejar pasar la luz solar que puede calentar suelos, paredes y muebles; de manera que el ahorro será mayor.
También son importantes las alfombras, que nos ayudan a proteger nuestros pies del frío del suelo y a la vez a mantener el calor, pudiendo ahorrar así también en calefacción. Una novedad en este terreno son las alfombras que contienen fibras naturales del bambú; éstas aíslan del frío y son aconsejables para personas con alergia al polvo.
6. Purga de radiadores
Un buen mantenimiento no sólo de la caldera, sino también del resto del sistema, es clave para mejorar el rendimiento de la calefacción, reducir el consumo de energía y tu factura cada mes. Cuando no tienes activos los radiadores de casa (durante la mayor parte de la primavera y el verano), se pueden crear bolsas de aire en el interior del sistema, disminuyendo considerablemente su rendimiento.
Existen dos tipos de purgadores: automáticos, con los que el aire se expulsa por sí mismo; y manuales, donde nosotros mismos tenemos que realizar la purga. Como consejo general, los radiadores deberían purgarse siempre antes del inicio de la época de calefacción, al comienzo del otoño.
Para saber si es necesario realizar este purgado, un síntoma clave son los ruidos extraños en el sistema, como gorgoteos. Aunque la forma más clara de notarlo es, si al tocar el radiador, la parte superior está más fría que la inferior, ya que el aire tiende a subir.
¿Cómo purgarlos?
Lo primero a tener en cuenta es que el purgado debe hacerse siempre con la calefacción apagada. El radiador debe estar frío para que la bomba de la caldera no mueva el circuito de agua y esto provoque el movimiento del aire acumulado en el sistema. Cuando no hay movimiento en el circuito de calefacción el aire, al pesar menos, se queda en la parte alta del radiador y facilita el purgado.
El siguiente paso es cerrar la llave de paso de agua del radiador o radiadores que se vayan a purgar, conviene empezar siempre por el que esté más cercano a la caldera. Una vez hecho esto, gira la válvula de purgado que se encuentra en la parte superior del radiador y mantenla abierta hasta que comience a salir agua de forma constante y sin gorgoteos. Éste proceso se repite con todos los radiadores de la casa.
Una vez terminado el purgado de todos los radiadores no olvides revisar la presión del agua de la caldera, que generalmente debe estar entre 1 – 1,5 bares (el manómetro suele estar en la parte inferior de la caldera y suele tener una zona verde, que es dónde debe colocarse la aguja).
Si una vez realizado el purgado tienes radiadores que no se calientan, o no lo suficiente, puede que el sistema no esté equilibrado. Para equilibrarlo tienes que manipular el “detentor” (llave situada en la parte inferior del radiador con una tapa de metal o plástico que esconde un tornillo allen, para abrir o cerrar el paso de agua). Se debe abrir según la temperatura deseada.
7. Revisión del gas
La instalación del gas debe pasar una inspección completa cada cinco años. Ésta sirve principalmente para comprobar el funcionamiento y la estanqueidad del contador, tuberías, llaves y gomas, así como el estado de conservación del aparato. La propia compañía distribuidora del gas es la que se suele encargar de estas revisiones de forma periódica.
El coste de las revisiones corre a cargo del consumidor. Se cobran dos conceptos: los gastos de gestión de la distribuidora (que son fijos) y la propia inspección, el precio de la cual se suele regular a través de la comunidad autónoma. Si es una instalación comunitaria de un edificio hay que añadir el coste de la inspección de la instalación común. Estos costes son cobrados siempre en la propia factura de la empresa suministradora del servicio.
La inspección se anuncia por carta y con carteles en la comunidad, con al menos 5 días de antelación. Si no se pudieras realizar, el distribuidor tiene que indicar la fecha de una de una segunda visita.