Uno de los aspectos que más valoramos al hablar de una vivienda es la luz natural. Puedes pasar horas y horas diseñando la distribución de la iluminación artificial, pero lo que nos enamora de una casa es verla inundada de luz del sol durante el día.
Y es que los beneficios de la luz natural están más que demostrados. Respecto al espacio, dota a la vivienda de una amplitud considerablemente mayor, y en el ámbito personal nos carga de energía y nos da una agradable sensación de bienestar difícilmente reemplazable por la luz artificial. Y no podemos olvidar que toda la iluminación natural que aprovechemos supondrá una disminución considerable de la factura de la luz.
Los tipos de viviendas más luminosas
Hay determinados tipos de viviendas que por su propia naturaleza y características son más propicias a la luminosidad. Podemos mencionar como ejemplo las viviendas unifamiliares independientes que, al estar aisladas, reciben luz exterior por todos sus lados.
Pero la mayoría de la población vivimos en ciudades, y eso limita mucho el espacio y con él la cantidad de luz que podamos colar en nuestras casas. Edificios de pisos pegados unos a otros, calles estrechas, viviendas interiores que solo dan a patios de vecinos… son algunos de los factores que nos dificultan el acceso al sol.
Por ello, en las ciudades las posibilidades de ganar esta batalla lumínica están supeditadas a encontrar una vivienda con una buena orientación ubicada en plazas o calles anchas, y cuanto más alta mejor.
No es de extrañar que el alquiler de un ático en Barcelona sea una opción muy deseada, pues, al no tener quien les haga sombra (nunca mejor dicho) y contar con envidiables terrazas, cuentan con un plus de luminosidad que los convierte en las viviendas más codiciadas.
Trucos para multiplicar la luminosidad de tu hogar
Hemos hablado de los aspectos a tener en cuenta si estás buscando casa para comprar o alquilar, pero si ya tenemos una casa, ¿no hay nada que podamos hacer al respecto?
Por suerte sí, hay mucho que podemos hacer para aprovechar la iluminación de la vivienda. Aquí traemos algunas claves para explotar al máximo la luz, sea la que sea, que llega a tu casa.
– Maximizar las ventanas. Si no estamos construyendo nuestra propia casa, es evidente que no está en nuestra mano decidir la colocación y el tamaño de nuestras ventanas, pero es habitual tener que dar el paso de actualizar las ya existentes por estar degradadas o buscar un mayor aislamiento térmico o acústico. Ese es el momento de averiguar cuál es el tamaño máximo que debemos respetar y elegir para las nuevas un perfil estrecho lo que aumentará la luz que pasará al interior.
– Distribución del piso. Es otro de los aspectos que posiblemente ya estén decididos en tu hogar, pero siempre estamos a tiempo de realizar alguna pequeña reforma con resultados sorprendentes. Lógicamente cuanto más diáfanos sean los espacios menos obstáculos tendrá la luz, por lo que crear un salón-comedor-cocina de concepto abierto o eliminar los pasillos favorece la luminosidad. Pero sin necesidad de cambiar por completo la vivienda, podemos servirnos de un pasaplatos en la cocina o de cerramientos de vidrio que reemplacen a algunas paredes.
– Muebles bajos. De la misma manera que los elementos constructivos de una vivienda pueden obstaculizar el paso de luz, lo hacen los elementos muebles. Necesitamos en casa numerosos muebles lo suficientemente grandes como para hacer de pantalla a la luz: aparadores, armarios, estanterías, percheros… Suelen ser mobiliario de almacenamiento, y todos sabemos que el almacenamiento nunca está de más, pero es cierto que podemos racionalizar nuestras necesidades, y tal vez algunos de estos muebles pueden distribuirse de manera horizontal (aparadores bajos, cajoneras, cómodas) o eliminar sus traseras para no resultar totalmente opacas (estanterías al aire). Que los materiales sean claros y visualmente livianos también será determinante.
– Pintura de colores claros. La pintura clara es uno de los aspectos más recurrentes a la hora de conseguir ganar luz. La luz que entra en casa es la que es, y lo que ahora buscamos es reflejarla para multiplicar su eficiencia. El color blanco o, en su defecto, cualquier tono claro, dan mayor amplitud a un espacio y uniformizan la luminosidad. Si deseamos darle un toque de distinción a alguna de las pareces con un color fuerte o un papel pintado estampado, es interesante no elegir el muro que se encuentre frente a la fuente de luz, pues si lo reservamos para un color claro será mucho más reflectante.
– Uso de espejos. Los espejos pueden dar muchísimo juego lumínico. Colocarlos cerca de las ventanas o en las paredes opuestas garantizan, con su reflexión, la multiplicación de la luz. Hay soluciones más originales, pero igualmente efectivas, como forrar las jambas de las ventanas, captando la luz y pudiendo dirigirla a nuestro antojo.
– Cortinas translúcidas. Sobra decir que cuando quieras que entre más luz en tu casa basta con descorrer las cortinas. Pero es verdad que en ocasiones es necesario que cumplan la función para la que fueron diseñadas, bien porque busquemos algo de intimidad doméstica o bien para tamizar un sol potente en un momento determinado. Pero de las características de la cortina dependerá el mayor o menor paso de luz al interior. Podemos decantarnos por telas de colores claros y no muy opacas para conseguir que la discreción no esté reñida con la luminosidad.
– Puertas con vidrios. Generalmente en casa tenemos puertas interiores que separen nuestras estancias, o al menos parte de ellas. Son un evidente obstáculo al flujo de luz natural, pero siempre podemos optar por modelos que incorporen partes de vidrio o incluso que sean totalmente de cristal. Además, dependiendo del nivel de intimidad de la habitación en cuestión el vidrio puede estar más o menos esmerilado, de manera que no se vea lo que hay al otro lado de la puerta, pero sí que pase la luz.
Y después de este repaso ya no hay excusas para no llenar de alegría tu hogar con un plus de luz natural.