El otoño es la época del año en la que más divorcios se registran en España. Al parecer, las vacaciones de verano, justamente cuando se pasa más tiempo de lo habitual juntos, y la vuelta a la rutina son un desencadenante fatal para las parejas que ya arrastran problemas. ¿Qué pasa con la vivienda común cuando se acaba el amor? ¿Cuáles son los escenarios más habituales?
Según las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en 2014 hubo 133.643 demandas de disolución matrimonial, entre divorcios, separaciones y nulidades, lo que representa un 6’9% más que en 2013. Estas mismas estadísticas confirman que la mayor cantidad de disoluciones se registran durante el último trimestre del año.
Cuando se acaba el amor hay que decidir qué se hace con la vivienda en común, aunque es algo que depende de muchos factores, el principal es que haya mutuo acuerdo con la decisión para evitar llegar a juicios que desgastan tiempo, dinero y energía.
Si la vivienda es de alquiler
Los dos figuran como titulares en el contrato de alquiler
Este sería, quizás, el escenario más optimista puesto que el alquiler es algo muy flexible y fácil de rescindir. Solo habría que decidir si alguno de los dos quiere quedarse en el piso de alquiler en Barcelona o si por el contrario, prefieren cancelar el contrato y empezar algo nuevo, cada uno en otra vivienda. Si alguno de los dos se queda, tan solo habrá que modificar el contrato mediante un anexo, liberando a la parte que se va de sus derechos y obligaciones para con el contrato de arrendamiento.
Sólo uno figura en el contrato de alquiler
En el caso que solo figure un miembro de la pareja como titular del contrato, pero sea el otro miembro quién quiera quedarse en el piso de alquiler, éste dispone de 2 meses, desde que recibe la resolución judicial del divorcio para comunicárselo al propietario. Deberá, además, comunicárselo por escrito y con acuse de recibo para que quede constancia y el propietario no pueda rescindir el contrato alegando una “cesión no consentida”.
Si la vivienda es de propiedad común
Si la vivienda es de propiedad y una de las partes se quiere quedar, como decíamos, lo ideal es llegar a un mutuo acuerdo, porque de lo contrario, será un juez quién decida la atribución del uso de la vivienda basándose en factores como: si hay hijos de por medio, si estos son menores, quién tiene la custodia o cuál de los dos cónyuges necesita una “mayor protección”. Es un proceso pesado que desgasta más las relaciones interpersonales, aunque a veces, es el único remedio.
Si la vivienda es de propiedad y se decide vender
Vender la vivienda y repartirse los beneficios es otra solución que puede ser buena para que cada miembro de la pareja empiece algo nuevo desde cero. Te recordamos cómo vender un piso rápido.
Si la vivienda es de propiedad y se decide alquilar
Si la pareja disuelta considera que no es un buen momento para vender, otra opción es poner esa vivienda común en alquiler para darle rentabilidad, repartirse los beneficios de la renta mensual y al mismo tiempo, convertirse en inquilinos de otras viviendas.
Aunque sea una experiencia pesada, hay que pensar que hay varias soluciones.
Foto: BIT Comunicació