Cuando leemos el cuento de las mil y una noches no quedamos tan subyugados por las historias en sí, como por los ambientes que describe: exotismo, lujo, sensualidad, color, refinamiento y misterio son los alfileres que nos prenden de este maravilloso libro. Y es así porque la decoración de estilo árabe tiene ese embrujo que hace soñar. Si te gustan las casas árabes y quieres ambientar así tu casa de Girona, quédate con estas claves.
EXOTISMO: Influencias hindúes, arábigas, mediterráneas, bereberes y de otras culturas nómadas del desierto se mezclan para dar lugar a este estilo de decoración. Para recordar las tiendas (jaimas) se emplean larguísimos cortinajes y alfombras. Las ojivas hindús y los complementos dorados se hacen sitio con autoridad. Roma está presente con mosaicos y celosías, y reconocemos como propios terrazas, patios y emparrados.
Las cosas más curiosas de la decoración árabe de interiores son las intrínsecas a su naturaleza: una es la falta de cuadros en las paredes por la prohibición coránica de representar figuras de personas y animales. Solemos ver espejos de grandes marcos dorados, candiles, y si hay un cuadro, éste va a representar mosaicos, arabescos o caligrafía de frases del Corán.
También la reminiscencia del desierto hace que los asientos sean reemplazados por almohadones, otomanas o sillas plegables de patas cortas, como las de las mesitas. Estas últimas suelen ser de madera trabajada y contorno hexagonal u octogonal, con sobres de marquetería. También son típicas las que tienen patas de forja y el sobre de mosaico.
LUJO: La cultura árabe fué rica y poderosa durante mucho tiempo, y eso se nota en la decoración: oro y plata cubren la mayoría de ornamentos, y finos hilos de metal precioso se entretejen en sedas, satenes, brocados y damascos. Se emplean mármoles y maderas nobles en paredes y suelos, y sobre todo, en techos y arcadas, con taraceas, filigranas y arabescos vegetales o geométricos sin fin. Ricas alfombras persas, kilims turcos y bordados almohadones por doquier. Guiños a las joyas en los complementos.
SENSUALIDAD: Todo en la cultura árabe se supedita a los sentidos más que a la estética: belleza no para lucir sino para disfrutar. El tacto de sedas y terciopelos, el mullido de las alfombras, lo incitante de los etéreos doseles de los dormitorios, todo estimula la sensualidad. Los patios, frescos gracias a las plantas y las fuentes o piscinas, son un regalo para el habitante, que mientras juega con las borlas de los almohadones, recrea la vista en mosaicos y azulejos, escucha el canto del agua y disfruta el aroma de las flores.
COLOR: Las fachadas de casas árabes son un destello de color en las calles del mediterráneo africano, con una importante presencia del azul, por ejemplo, en las bellas poblaciones de Xauen o Marrakech. En zonas más orientales, tonos ocres o rosados con las típicas ojivas, arcos y arabescos son quienes nos reciben. Ya en el interior, colores intensos nos recuerdan las gemas de los tesoros de oriente: azul, añil, rojo, amarillo, morado, verde oscuro… siempre en armonía de gama, por ejemplo, en rayas, y pequeños contrastes muy controlados.
REFINAMIENTO: Nada es casual en las casas árabes en lo tocante a decoración. El ceremonial del té, tan importante en oriente, hace que a veces las mesas de centro tengan la bandeja superior desmontable para facilitar servirlo. Incluso estas bandejas metálicas, plateadas o doradas, pueden llevar agujeritos por los que la luz, al atravesarlos, hace bonitos reflejos por toda la habitación. Una tetera de metal trabajado y elegantes vasos de cristal adornado en laca y oro pueden rematar la decoración de la mesa.
Pero es en los baños donde encontramos un mayor refinamiento: mosaicos vidriados, azulejos de cerámica con los recurrentes diseños geométricos, cubren paredes, suelos e incluso techos de cuartos con bañeras en el suelo tipo piscina o baños de vapor (hammam), para una maravillosa experiencia de higiene y relajación.
MISTERIO: El misterio recubre las estancias de las casas de estilo árabe. La vista de las habitaciones queda entrevelada por una iluminación siempre indirecta. La luz natural se tamiza con cortinajes, persianas y celosías. La artificial se reparte por las esquinas con faroles, apliques y candiles de forja, bronce o terracota dorada con vidrios de vivos colores. La vista desde la calle no es recíproca, puesto que el habitante ve al paseante pero no a la inversa: mirillas, postigos o la típica balconada de celosía (moucharabieh) preservan la intimidad y dejan trabajar a la imaginación.
Confiesa que te mueres por una casa así…
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4 comments
Encantador, fotografías preciosas que fascinan y transportan por un momento a otro mundo del que podemos disfrutar desde nuestro sillón. Una presentación exquisita. Gracias.
Gracias por tu comentario, nos encanta que te haya gustado el artículo.
Hola, he visto su articulo y me ha gustado mucho.
Soy gerente de una empresa española dedicada a la decoración árabe. Utilizamos muchos materiales distintos relacionados con este estilo.
Arriba le dejo mi web para que la ojee y podamos compartir impresiones sobre este arte.
Un saludo.
¡Gracias! nos alegra que te haya gustado